Candela fue al cole con su papa, eso pasaba un día si y uno no, el que no la llevaba María, su mama.
Cuando iba con su papa iban en la bici, era una bici vieja con varios remiendos para que un adulto cupiera en ella pues era muy pequeña. Enganchada al manillar y entre los brazos del conductor había una pequeña sillita con un cinturón de seguridad; no importaba que fuera pequeña pues Candela también lo era.
En el camino aprendía muchas cosas, porque nunca se cansaba de preguntar, y su padre nunca se cansaba de responder, bueno a veces un poco, y así desde la bicicleta, o también andando, pero hoy no iba andando, conocía el mundo. Aprendió los colores preguntando:
-Ito- Candela le decía ito a su papa, de papá-ito- de que color es ese coche.
-Verde- otras veces era rojo, blanco, marrón, gris, azul,…
Después pudo distinguir que la bici pasaba cuando el semáforo – también aprendió los nombres de las cosas – estaba verde y se paraba en rojo.
Ya había aprendido tanto que seguramente no pudiera aprender nada más en la bici, de pronto noto algo raro, no se notaba el traqueteo de los baches, en Sevilla hay muchos y aprendió pronto esa palabra y sus consecuencias, le extraño tanto esto de los baches que miro al suelo y se dio cuenta que la bici no tocaba el suelo,…

